Olimpia de Epiro
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Olimpia de Epiro
Olimpia (375 a. C. – 315 a. C.) fue la esposa principal del rey Filipo II de Macedonia y madre de Alejandro Magno. Era hija de Neoptólemo I de Epiro, rey de Molosia, en la región de Epiro al noroeste de la actual Grecia.
No se conservan muchos escritos sobre la vida de Olimpia. Los historiadores han tenido que entresacar de los pocos fragmentos que han llegado a sus manos. Pero sí hay una leyenda difundida por sus enemigos, sobre todo por el mayor de todos, que fue Casandro. Se dice que era una mujer violenta, neurótica y supersticiosa. Bajo su mandato fueron asesinados varios personajes de su época. Olimpia hizo lo que otros reyes de su momento, es decir, llevar una política de eliminación de posibles rivales.
Biografía
Su nombre de soltera era Políxena, en honor de la joven llamada así, hija de Príamo y sacrificada en la tumba de Aquiles. Cambió su nombre por el de Myrtale cuando se casó con Filipo, y más tarde lo volvió a cambiar por Olimpia, en memoria de la victoria que Filipo obtuvo en este lugar y que sucedió el mismo día del nacimiento de su hijo Alejandro. Pasados los años volvió a cambiar el nombre por el de Estratonice, en honor de la victoria obtenida en defensa de su nieto Alejandro IV frente a su rival Eurídice (que era aliada de los sucesores de Casandro de Macedonia).
Familia
Olimpia tuvo dos hijos con Filipo: Alejandro, en el 356 a. C. y Cleopatra de Macedonia, en el 353 a. C. Estos niños se educaron junto con los otros niños de la corte: Karono y Arrideo (hijos de Filipo y otras mujeres), Amintas, sobrino de Filipo, Europe (hija de su última esposa, la joven macedonia) y Cleopatra, sobrina de Átalo.
Con toda probabilidad Alejandro todavía era muy pequeño cuando ella le dio a entender que Filipo no era su padre. Acontecimientos posteriores demuestran que, cualquiera que fuese el misterio que Alejandro creyó que rodeaba su nacimiento, él lo consideraba sobrenatural.
En aquellos tiempos la vida cotidiana gozaba de poca intimidad, incluso en el caso de los grandes. Por eso resultaba significativo que, pese a las acusaciones que Olimpia provocó, nunca se mencionara a nadie como su amante.
Fue repudiada por Filipo II en el año 337 a. C. y de esta manera pasó de ser reina a ser sólo madre de Alejandro. Se exilió voluntariamente en Epiro, su región natal. Sólo volvió a Macedonia cuando murió Filipo, al año siguiente, en el 336 a. C.