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Edad de los Metales

Revisado el 09 de Septiembre del 2013 , Ranking 3 de 5

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La Edad de los Metales

Tiempo más tarde aparecieron las culturas que comenzaron a usar el cobre como material para hacer las herramientas. En Egipto y Mesopotamia se encontraron objetos de cobre con 5.000 años de antigüedad.

Se supone que luego por intermedio de la vía marítima, a través del mediterráneo a Grecia Sicilia, Italia y España y la vía terrestre a Europa se fue expandiendo el uso del cobre. Es un metal muy maleable y los hombres lo fundían y le daban la forma que querían, luego lo mezclaron con el estaño y consiguieron el bronce que se usó para cuchillos, espadas y puñales y por último usaron el hierro que al ser un metal tan resistente les permitió fabricar armas pesadas para combatir animales peligrosos, construir embarcaciones y edificar ciudades, pero la metalurgia (industria del hierro) solo se alcanza en tiempos históricos o sea después de la aparición de la escritura.

El doblamiento de América en la prehistoria.

La teoría más aceptada es la alóctona (que no es originario del lugar) o sea que el hombre de América no sería originario de este continente sino que habría llegado de otro sitio, durante la última glaciación habrían entrado a América humanos procedentes de Asia por el estrecho de Bering en un momento que Asia y América del norte habrían estado unidas. Luego estos grupos humanos se diseminarían por todo el continente realizando la misma evolución que los hombres de su época hasta llegar a formar civilizaciones con un alto grado de complejidad como los mayas aztecas y los incas, esta evolución fue interrumpida con la llegada de los españoles al continente americano en 1492.

En América, se desarrolló la metalurgia del oro, la plata, el cobre y el bronce; pero, en ningún caso, esta tecnología incidió decisivamente en las economías precolombinas. Las pepitas de cobre nativo se conocían desde antiguo en varias regiones de América, por ejemplo en la región de los Grandes Lagos, donde abundaban los yacimientos de cobre nativo, desde el 4000 a. C. los pueblos locales acostumbraban a golpearlas hasta darles forma de punta de flecha, aunque nunca llegaron a descubrir la fusión.

lLa vida prehistórica en América

En el año 8.000 A.C comenzó el doblamiento en América y se desarrolló igual que en las generalidades que antes vimos pero se pudieron distinguir, cuando comenzaba la edad antigua en Europa, 2 áreas culturales aquí en América.

Los Andes centrales: Chavín era un centro ceremonial entre el 1000 y el 300 A.C. estaba situada a 300 km. de Lima (Perú) y eran una serie de pirámides que funcionaban como templos, según la hipótesis de los historiadores allí vivían los sacerdotes, que eran los que mandaban; un grupo de artesanos y campesinos, pero el lugar recibía permanentemente peregrinos que venían a rendir culto a los dioses: el sol, la luna y la fertilidad.

Las primeras pruebas encontradas hasta ahora de la metalurgia del cobre corresponden a los inicios del I milenio a. C., en los altiplanos boliviano y peruano. También se efectuaron aleaciones de este metal con plata y oro a partir del 500 a.C. en las actuales Colombia y Perú. Sólo a partir de la fase Chimú se comenzó a usar el cobre arsenicado. El metal casi siempre sirvió para fabricar objetos rituales o de prestigio, siendo pocos los artefactos utilitarios encontrados.

En los Andes, el punto de partida de este desarrollo tecnológico son las láminas de oro nativo asociadas a martillos y yunques de piedra pulimentada descubiertos en el departamento de Apurímac, concretamente en Huayhuaca, datados en el 1800 a. C. Sin embargo, la primera gran cultura metalúrgica del continente fue la de Chavín de Huantar, que, desde, al menos el 800 a. C. elaboraba objetos de oro en forma de placas martilleadas y repujadas. Incluso llegó a unir varias placas para formar estatuillas de chapa de oro.

Más tarde, en torno al siglo IV a. C. la cultura Moche incorporó la plata y el cobre ya refinado a partir de la malaquita y otros carbonatos cupríferos; la metalurgia se enriqueció notablemente con nuevas técnicas, como el repujado en caliente. la incrustación de gemas y, en especial el baño de plata y el baño de oro: el baño de plata consistía en sumergir un objeto de cobre en una solución de plata pulverizada y sales corrosivas, el cobre reaccionaba ionizándose y absorbiendo parte de la plata, posteriormente se calentaba el objeto para mejorar la adherencia y se bruñía para darle brillo. El baño de oro consistía en calentar un objeto de cobre con polvo de oro hasta su oxidación, ésta implicaba la absorción del polvo de oro, pero después era necesario retirar la capa externa, oxidada, por medio de ácido, para que el oro saliese a la superficie, después se bruñía, también. Un excelente ejemplo de las capacidades metalúrgicas mochicas son las más de 400 joyas halladas en la tumba del Señor de Sipán. Hay noticias, asimismo, de que los mochicas usaban, a menudo, para utensilios prácticos, un cobre con un fuerte contenido en arsénico.

No se conoce con seguridad cuándo y dónde apareció el bronce auténtico (aleación de cobre y estaño): unos investigadores creen que su uso se inició en los Andes centrales, en el valle del Lurín en torno al año 850, mientras que otros aseguran que en la cultura Tiahuanaco ya se usaba ampliamente. Se supone que se difundió rápidamente, de modo que antes del año 1000 ya se había desarrollado su tecnología en toda la cordillera, desde Chile hasta Colombia. Para la época Inca el uso del bronce ya se había generalizado.

Actividad

Los sacerdotes realizaban observaciones astronómicas, del desplazamiento del sol, la luna y las estrellas y así podían calcular el mejor tiempo para la siembra, los sacerdotes también elaboraban calendarios y oráculos y actuaban como jefes políticos y militares.

En Mesoamérica: Teotihuacan se desarrolló en el Valle de México, un núcleo urbano que comenzó siendo una aldea y se convirtió en un centro político, religioso y económico. Perduró por 9 siglos desde el 200 a.C. hasta el 700D.C. Teotihuacan significa lugar donde se hacen los dioses con la creencia de la gente que allí fueron creados Tláloc el dios de la lluvia y Quetzalcoatl la serpiente emplumada.

Europa, Oriente Medio y Asia

El cobre, junto con el oro y la plata, es de los primeros metales utilizados en la Prehistoria, tal vez porque, a veces, aparece en forma de pepitas de metal nativo. El objeto de cobre más antiguo conocido hasta el momento es un colgante oval procedente de Shanidar (Irán), que ha sido datado en niveles correspondientes al 9500 a. C., o sea, a principio del Neolítico Sin embargo, esta pieza es un caso aislado, ya que no es hasta 3000 años más tarde cuando las piezas de cobre martilleado en frío comienzan a ser habituales. En efecto, a partir del año 6500 a. C., en varios yacimientos se han encontrado piezas ornamentales y alfileres de cobre manufacturado a partir del martilleado en frío del metal nativo, tanto en los Montes Zagros (Ali Kosh en Irán), como en la meseta de Anatolia (Çatal Hüyük, Çayönü o Hacilar, en Turquía).

La técnica de fundición del cobre es relativamente sencilla, siempre que los minerales utilizados sean carbonatos de cobre extraídos de algún yacimiento metalífero; la clave está en que el horno alcance la temperatura adecuada, lo cual se conseguía inyectando aire soplando o con fuelles a través de largas toberas. Este sistema se denomina «reducción del metal». Se mezclaba el mineral triturado, por ejemplo, malaquita (carbonato de cobre), con carbón de leña. Con el calor las impurezas van liberándose en forma de monóxido y dióxido de carbono, reduciendo el mineral a un cobre relativamente puro; al alcanzar los 1000 °C, el metal se licúa depositándose en la zona inferior del horno. Un orificio en el fondo del horno permite que el líquido candente fluya hacia el exterior, donde se recoge en moldes; parte de la escoria queda en el horno y las impurezas del mineral flotan en el metal fundido, por lo que es fácil eliminarlas con un utensilio llamado escoriador.

El bronce es el resultado de la aleación de cobre y estaño en una proporción variable (en la actualidad se le añaden otros metales como el zinc o el plomo, creando los llamados bronces complejos). La cantidad de estaño podía variar desde un 3% en los llamados «bronces blandos», hasta un 25% en los llamados «bronces campaniles» (a mayor cantidad de estaño, más tenacidad, pero también menos maleabilidad): en la Prehistoria la cantidad media suele rondar el 10% de estaño. Se supone que fueron los egipcios los primeros en añadir estaño al cobre, al observar que éste le daba mejores cualidades, como la dureza, un punto más bajo de fusión y la perdurabilidad (ya que el estaño no se oxida fácilmente con el aire y es resistente a la corrosión). Además el bronce es reciclable, pudiéndose fundir varias veces para obtener nuevos objetos de otros ya desechados. La técnica de trabajo del bronce es virtualmente idéntica a la del cobre, por lo que no vamos a incidir en ello (la única dificultad reside en exceder la temperatura adecuada, lo que podría provocar que el mineral se echase a perder por oxidación).

El hierro

El hierro es el cuarto elemento más abundante en la corteza terrestre, sin embargo, su utilización práctica comenzó 7000 años más tarde que el cobre y 2500 años después del bronce. Este retraso no se debe al desconocimiento de este metal, puesto que los antiguos conocían el hierro y lo consideraban más valioso que cualquier otra joya, pero se trataba de «hierro meteórico», es decir, procedente de meteoritos. El hierro meteórico era conocido tanto en Eurasia como en América (descrito más adelante).

Aunque durante milenios no hubo tecnología para trabajar minerales ferrosos, en el III milenio a. C. parece que algunos lo consiguieron: en las ruinas arqueológicas de Alaça Hüyük (Anatolia) aparecieron varias piezas de hierro artificial, entre ellas un alfiler, una especie de cuchilla y una espléndida daga con la empuñadura de oro. En el segundo milenio destacan un hacha de combate descubierta en Ugarit y, de nuevo, una daga con la hoja de hierro y una exquisita empuñadura de oro, que formaba parte del ajuar funerario de la tumba de Tutankamón. Las materias primas de estos primeros herreros debieron ser minerales como el hematites, limonita o magnetita, casi todos óxidos de hierro que ya eran utilizados para otros fines en la Prehistoria, por ejemplo para ayudar a eliminar impurezas de la fundición del cobre o como colorantes. De hecho se sospecha que en los hornos de fundición de cobre y bronce pudieron generarse pequeños residuos de hierro casi puro, a partir de los cuales comenzaría el conocimiento de la verdadera siderurgia. Hay antiguos hallazgos de hierro fundido por el hombre desde Siria a Azerbaiyán. Pero ninguno revela cómo fueron obtenidos ni las técnicas usadas. No se conservan ruinas de talleres, ni herrerías, por lo que se ignora de dónde proceden estos objetos, o dónde «se inventaron».

África

En África no puede decirse que existieran ni el Calcolítico ni la Edad del Bronce en sentido estricto, a excepción de Egipto y, por influencia de éste, la costa mediterránea, que pudo conocer el bronce en el II milenio a. C.. Se sospecha que la cultura ibérica de El Argar pudo haber influido en la llegada de la metalurgia del bronce a la cordillera del Atlas. Sin embargo, más allá del Sáhara estas influencias desaparecen. Así, el África negra conoció un desarrollo muy particular, accediendo a la metalurgia del hierro de manera autóctona hacia el 1800 a.C. en lo que actualmente es el desierto de Níger, según unos,25 o hacia el 600 a.C., según otros, pero siempre sin pasar por las supuestas fases previas.

Además de dominar periódicamente las regiones asiáticas de Canaán y el Sinaí, los faraones egipcios controlaban los territorios nubios, situados al sur de la primera catarata del Nilo (Elefantina). Este dominio tuvo especial relevancia al comenzar el primer milenio, ya que indujo el nacimiento de un estado independiente, el país de Kush. Este reino, gobernado por gentes de origen autóctono, fue desplazándose hacia el sur, a medida que la presión de las potencias mediterráneas aumentaba, así, pasó de tener la capital en Kerma (3ª catarata del Nilo), a Napata (4ª catarata), desde la que, durante un tiempo pudo dominar Egipto (dinastía XXV, siglos VIII y VII a. C.), brevemente, pues los asirios conquistaron el delta; por último la capital se trasladó a Meroe (entre la 5ª y la 6º catarata). A diferencia del Egipto farónico (que siempre careció de materias primas o combustible suficiente), Meroe gozó de una importante industria metalúrgica del hierro, desde antes del 500 a. C., pues poseía productivos yacimientos metalíferos al norte y abundante madera al sur, de hecho se conservan montañas de escorias de aquella época. Meroe sufrió un continuo aislamiento que le obligó a una economía casi autárquica, hasta que la ciudad fue destruida por los nuba en el 350 d. C.

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